Dineros perdidos.

Iba yo caminando por la calle. Era un día aburrido, de esos en los que el sol te encandila y te provoca mareos y dolor de cabeza, pero no importaba porque el precio del camión había subido 1.50$ y no los tenía, así que caminar era la única manera de llegar a mi casa. ¿Qué? ¿Carro? PFF, no. Mirar arriba era doloroso porque el sol me caía en los ojos y las motitas de luz obstruían mi vista. Marearse y desmayarse en la calla no tiene estilo, en realidad te hace ver como borracho recíen corrido de la casa.

Y pues no.

Así que iba mirando mis tennis y hacía el frente. Durante la secuencia tennis/enfrente tennis/enfrete le pasé por encima a uno de esos papelitos que llaman la atención... ¡SI! ¡Uno de esos pinches papelitos verdes que tienen la carota de Sor Juana Inés de la Cruz! 200 pesos de a grapa, mis amigos. Volteé a ambos lados y los tomé rápidamente para que nadie notara mi descubrimiento, me metí el billete en el bolsillo y caminé en chinga a mi casa.

Cuando llegué me metí a mi cuarto y ¡Ahí estaban! 200 pesos para mí-mí-mí. Era la primera vez que me encontraba algo más de 20 centavos y estaba muy pinche feliz. ¿Que me compraría? ¿Ropa, un bolso, cosas muy inservibles pero bonitas? Un mundo de posibilidades detrás de la puerta de las compras.

Como sea, al día siguiente no recuerdo que compré, pero seguramente era algo innecesario.

Y estúpido.

Después, llegó la pregunta: ¿Y yo para qué quiero esto? Si, se ve bonito pero.... Bueno, qué va, ya lo compré.

Y así aprendí que, cuando la gente tiene dinero demás, lo gasta en cosas demás. Cosas que por algún motivo quieren pero que a la vez, no saben por qué o para qué lo quieren.

Entonces, toda esa introducción-desarrollo, la utilizaré para concluir.

Si yo fuera rica (millonaria, billonaria, etc) estoy segura de que al final si habría gastado muchos dineros en cosas que no ocupaba o quería, pero después, para sentirme mejor por no haberle dado esos dineros a los niños necesitados, tiraré algunos billetes por ahí con la esperanza de que alguien que lo necesite lo encuentre y lo relacione con un "pequeño milagro" y pues,

sea feliz.