Ella sabía que nada especial pasaría ese día, o por lo menos, nada nuevo.
últimamente todo era tan... taciturno, como si nada mereciera un esfuerzo, a lo único a lo que había que poner atención era a que las olas del día no sacudieran tan fuerte su cuerpo.
Su vida no era mala en lo absoluto, pero, información anticipada le había pronosticado esa ligereza del día, por lo que se puso a hacer lo de siempre, cuando los días van tan igual.
Ir a la cocina por algo para mantener los labios ocupados y así no sentir la necesidad de hablar, regresar a la habitación y ver que está fuera de lugar, mover una que otra cosa, aquí y allá, tal vez dibujar y al terminar con todo, finalizar el día leyendo un buen libro; pero justo antes de tenerlo en sus manos, abrió la cortina y levantó la vista al cielo, al no ser tan temprano la luz no lastimo sus ojos y consiguió permanecer ahí quién sabe cuanto tiempo.
Cada día, a pesar de saber que nada espectacular estaría afuera abría la cortina y observaba el horizonte, no veía nada en particular de hecho, porque, bueno, por lo general ella nunca ve nada en particular.
Casi al punto de la somnolencia se retiró de la ventana y preparó su lugar de lectura , no era algo sorprendente, en realidad era una simple esquina, pero una con una comodidad increíbles, así que tomo su libro de momentos dramáticos y lo abrió por enésima vez en la página 58, ni siquiera intentó evitarlo, ella amaba ese diálogo, adoraba sentirse dentro del guión, leía tantas veces el mismo párrafo, hasta que al final siempre terminaba leyendo el libro completo (otra vez). Lo leía tan a menudo que casi podía alar todos los diálogos de la obra -de pi a pa-.
Así pues, -por enésima vez- gozó, amó, temió, lloró y cerró el libro.
En ocasiones como esa, lo más triste no era el final, si no que ya no tenía en qué entretenerse toda la tarde, por lo que se puso a pensar en la preciada página 58. Divagó y divagó, y luego de un rato de improductividad se puso de pie y camino decidida a una tarde con tu película favorita (otra vez). Ciertamente a ella no le molestaba, se divertía a mares con esa cinta y cuando llegaba a enfadarse un poco optaba por la opción de una tarde con tu segunda película favorita y todo estaba bien.
El sol comenzaba a decender lentamente y ella no podía evitar disfrutar con las imágenes del monitor cuando de pronto el típico sonido -din don- atrajo su atención desde algún lugar de la casa, no esperaba a nadie ese día, eran esos tiempos en los que las personas están más ocupadas que de costumbre por lo que se dispuso a averiguar de quién se trataba aunque eso no era algo muy difícil de adivinar ya que técnicamente él siempre estaba ahí.
Abrió la puerta, y en efecto, se trataba de él, como siempre con su envolvente sonrisa que irradiaba tranquilidad y amor.
A pesar de sus constantes visitas ella no lo esperaba, no ese día ¿La razón? eran días en los que las personas solían estar más ocupadas que de costumbre; y así fue como se le olvido todo... la película, las palomitas que tenía pensado comprar, la idea que todo el día estuvo rondandole la cabeza, etc.
Todo dejo de importar, y no inesperadamente, puesto que era algo que en ella ocurría constantemente al verlo; y ¿Qué pueden decir los demás? -Eso es algo tan simple que no puede tener importancia. pero a ella le cambió el día, y los días venideros y tal vez los años, y con ésto, su vida.
Siempre he creído que las cosas más sencillas, pueden cambiar vidas, y ella también lo cree
No lo leere hasta saber si es otra historia, diganme
ResponderEliminarHahahahahahaha, ese Miguel...
ResponderEliminarBuen post. :D
Si es otra historia
ResponderEliminarDejen mi historia en paz. Parece que a nadie le gustó ):
ResponderEliminarPero no se me ocurría nada mas!
btw, me agrada el nuevo diseño.
ResponderEliminarPues a mi si me gustó, y a Ale también ;D
ResponderEliminar*Likes it twice*
Además
Este post en sí, no es una historia.
a mi si me gusto la historia de mali :)
ResponderEliminarTengo problemas, clarito leí el comentario de arriba: a mí sí me gustó la historia del mal.
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