Y el tema de la semana es...

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viernes, 3 de junio de 2011

Hard work is damn near as overrated as monogamy

Trabajo… Lo que se supone que debería de estar haciendo ahorita.


Trabajos, de esos que se toman en serio, solo he tenido dos. Una temporada canté en un shushibar los sábados, y actualmente doy clases de inglés en una escuela en las tardes. Pero si se consideran trabajos todas esas cosas que hice sin un verdadero sueldo e informalmente creo que son muchos más.

Cuando era pequeña, mi papá estaba estudiando su segunda carrera, trabajaba y le hacía el paro a un amigo suyo de manejar una concesión de teléfonos de monedas desde una oficina atrás de mi casa, y como le pagaban, mi papá me pedía que lo acompañara y lo ayudara a hacer cosas como abrir con código los teléfonos y llevarnos las cajitas de las monedas, y cambiarlas por unas nuevas, poner las monedas en una máquina que las separaba por peso y llevar las listas de los lugares donde había fallas técnicas en las máquinas.

Unos años después, mi tío abrió una empresa de diseño y compró un supermega plotter del tamaño del mundo (de esos para anuncios espectaculares) y pidió que se lo dejaran en la oficina de Tijuana… En el quinto piso.
Así que papá y yo tuvimos una de nuestras aventuras ultrageniales para bajar con poleas el plotter del quinto piso, hasta el primero y llevarlo de Tijuana a Mexicali y de Mexicali a Huixquilucan (donde estaba la nueva oficina) para poder empezar ese negocio. Así que nos fuimos a vivir para aquellos lugares y mi papá manejaba todo eso… y yo le ayudaba mucho en cosas random que se le ofrecían. Esa fue una temporada particularmente felíz de mi vida, aprendí muchísimas cosas de mi papá, me enseñó todo lo que sabía de música y nos reíamos mucho. Nos perdíamos en viajes en carro y todo era felicidad. Valió la pena, a pesar de todo lo que trajo después.

Durante un tiempo fui el chofer designado/secretaria/fotógrafa de evidencias de mi abuelo, en su trabajo más reciente de unos proyectos de no-se-que, pero tenía que escribir como milquinientos informes. ¿Y adivinen a quién le daba todo ese trabajo? Si, adivinaron, a mí.

Hace poco mi mamá hizo una acreditación de Cambridge y le dejaban hacer unos escritos monumentales que (como mi mamá no es ninguna experta de Word) accidentalmente terminaba borrando, así que era mi trabajo editar, arreglar, acomodar y terminar todos sus ensayos y buscar el URL de todas las citas que ponía para la bibliografía.

Oh, y como si fuera poco, mi abuela me pide cada vez que voy a su casa que limpie todo rincón que ella no puede alcanzar. Esto incluye las 12 enormes ventanas de la casa, por dentro y por fuera, las patas de las
mesas y las sillas, los espejos y las vitrinas con cosas muy frágiles.

Y el próximo año empiezo prácticas en el ISSSTE.

Oh, sí. Mis experiencias laborales no son muy convencionales pero bueno,
así se gana la vida uno y la familia.

Mi trabajo de medio tiempo ideal es probablemente en una librería. ¿Se imaginan? Yo, rodeada de bellos y lindos libros todo el día :’3 Sería tan perfecto.

Pero ENIGUEIS. Voy a estudiar medicina. Lo más cerca de esos libros que voy a estar va a ser del otro lado del mostrador, comprado libros Chang-sized de medicina.


Oh, claustro social… here I come.

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